Quizá sea esta una historia más de lactancia vista desde el otro lado. Quizás estés pensando “¿qué sabrá él?” o “¿cómo se atreve?”. Lo cierto es que el propósito está muy alejado de intentar influir, educar, explicar o siquiera dar indicaciones sobre el periodo de lactancia materna. Simplemente, comentar mi vivencia personal ahora que ya ha pasado un tiempo y puedo tener una cierta perspectiva que me hace ver estos meses tan especiales de una manera un poco más lejana.
Comencemos por el principio, un poco antes del parto. Junto a mi pareja, leímos muchas cosas sobre la lactancia, estuvimos en las clases de preparación (que bastante tenían con preparar el parto) e intentamos llegar al momento de recibir al bebé lo mejor preparados posibles. ¡Qué equivocados estábamos!
Llegó el día y, por razones que no vienen al caso aquí, me tocó a las pocas horas empezar a mí a realizar la lactancia del bebé durante gran parte del primer día. El cansancio se juntaba con la emoción y la alegría de tener al pequeño ya con nosotros. Me dieron un par de instrucciones la primera vez y ya había sido designado experto en alimentar a nuestro hijo. Todo eran de repente miedos e inseguridades, pero intentando que no se notara fueron pasando las tomas hasta que llegó la mamá.
Luego vino la vuelta a casa y seguir luchando por el peso del recién nacido. Toma a toma, nadie te dice que lo normal sea dormir media hora de cada tres, día y noche. Y es que es cierto que el pequeño está aprendiendo, pero también lo es que los papás también lo están. Los cambios de pañal eternos, los suplementos donde se te dormían los brazos intentando que comiera unos mililitros más… y las eternas conversaciones con la madre en la que ambos, visto un ángel en la familia, nos sentíamos tan alegres como agotados.
Poco a poco, las cosas se van estabilizando, todos vamos descansando algo más… pero el encaje de la nueva situación puede durar semanas… o algún mes. Salpimentado con nuestro eterno compañero, el agotamiento, la búsqueda de los roles en la pareja, en la familia, con las infinitas obligaciones… hacen que el padre pueda intentar ayudar, pero no sea allí donde pueda ayudar o que por contra deje a la madre más sola de lo deseable en otro momento. Todo es nuevo y hasta que los dos entienden que el otro no es más que otro compañero vital, sin mala intención, igual de temeroso y sin una gota de energía más que uno mismo, los choques son bastante frecuentes y aparatosos.
De igual forma, en estos momentos parece que la paternidad también es una profesión. La cuestión más normal a priori tiene cientos de teorías con acérrimos partidarios, dispuestos a blandir resultados y contrarresultados para decirte lo que tienes que hacer. Por si no había suficientes opiniones antes de profesionalizar los cuidados de la mamá y el bebé, ahora parece que si no has recibido diez cursos de formación de la teoría correspondiente a quien te la exige, no vas a dar a tu hijo el cuidado que, curiosamente, otra teoría acabará contraviniendo sin remedio.
No te pierdas la historia completa en este ‘Mamá, maravillosa maternidad’ y, sobre todo, la voz experta de Lola, quien valora y resuelve las principales inquietudes de los padres, quienes son un pilar muy importante para conseguir una lactancia materna exitosa.
‘Mamá, maravillosa maternidad’ 19